Una visión impregnada de temporalidad
Continuamos con el Capítulo 1:
10 Hay quien llega a decir: «¡Mira que esto sí es una novedad!» Pero eso ya existía desde siempre, entre aquellos que nos precedieron. 11 Nadie se acuerda de los hombres primeros, como nadie se acordará de los últimos. ¡No habrá memoria de ellos entre los que habrán de sucedernos! 12 Yo, el Maestro, reiné en Jerusalén sobre Israel. 13 Y me dediqué de lleno a explorar e investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Penosa tarea ha impuesto Dios al género humano para abrumarlo con ella!
Cuán oscura y tenebrosa tiene que estar la visión de una persona para llegar a este tipo de conclusiones, para definir a la vida como una “penosa tarea”. Pero no conforme con ello expresa una visión de Dios demasiado distorsionada y profundamente injusta con respecto a su carácter. Salomón dice que Dios ha impuesto al ser humano esta “penosa tarea” y que su fin es “abrumarlo” con ella.
¿Cómo es posible que alguien que ha conocido a Dios y ha experimentado el amor y la misericordia divina, ahora se plante y juzgue a Dios de esta manera? ¿Cómo es posible que quién manifiesta en este mismo libro que el todo del ser humano es temer a Dios, ahora desliza este tipo de pensamiento? Es posible por causa del desconcierto que produce en la mente humana el partir de una plataforma errónea en nuestra reflexión.
15 Ni se puede enderezar lo torcido, ni se puede contar lo que falta. 16 Me puse a reflexionar: «Aquí me tienen, engrandecido y con más sabiduría que todos mis antecesores en Jerusalén, y habiendo experimentado abundante sabiduría y conocimiento. 17 Me he dedicado de lleno a la comprensión de la sabiduría, y hasta conozco la necedad y la insensatez. ¡Pero aun esto es querer alcanzar el viento! 18 Francamente, mientras más sabiduría, más problemas; mientras más se sabe, más se sufre.
Dios mío!!! Si te quedas con estas palabras, te quitan las ganas de todo. Según sus propios dichos, lo primero que hizo fue “reflexionar” “pensar”. ¿Es malo pensar? Por supuesto que no. Es bueno, es necesario, es imprescindible. Pensar y reflexionar sobre la vida, sobre el mundo, sobre las realidades que nos rodean es importante. Necesitamos esos tiempos de introspección, donde podemos mirar hacia dentro de nosotros y examinar nuestra vida. Dios mismo es quien nos ha dotado con la capacidad del pensamiento, la inteligencia y la sabiduría.
El problema no es pensar, sino partir desde una premisa equivocada. Cuando el punto de partida para la reflexión es erróneo, esa reflexión terminará siendo dañina y engañosa, distorsionando la realidad. La visión impregnada de temporalidad nunca es una buena base para la reflexión personal profunda.
Por favor, no partas de esta plataforma fraudulenta en tu reflexión sobre la vida, la iglesia, la obra de Dios, el presente o el futuro, porque todo se verá de manera borrosa y desdibujada, produciendo un profundo desconcierto.
Así nos encontramos con innumerable cantidad de personas que viven en una depresión permanente, que casi podríamos decir que solamente “sobreviven” porque no queda mas remedio, pero su “casi vida” es gris, oscura, absurda y sin sentido.
Otros que no se resignan a esa realidad, pero que carecen de elementos valederos para contrarrestarla, apelan a lo que se llama el “pensamiento positivo”. Dicen: “Todo va a estar bien” “vamos que se puede” “lo mejor está por venir” “siempre que llovió paró" (frase que se le atribuye a Noe, chiste) y otras frases por el estilo.
No es malo lo que dicen, pero cuando estas declaraciones carecen de la substancia de eternidad y solo son expresiones de deseo, se transforman en mera ilusión que termina defraudando. De esta manera nos encontramos con el “frustrado” y el “ilusionado” y ambos están destinados a chocar contra un muro llamado “desconcierto”.
Continuará...