Una visión impregnada de temporalidad
Por Alberto S. Calviño.
Todo lo que venimos viendo nos lleva a comprender que Salomón tenía la mirada puesta “en esta vida” y desde allí evalúa y considera lo que sucede “debajo del cielo”. Sigamos...
Cap. 5:18 “Esto es lo que he comprobado: que en esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado.” Por favor, mira a qué tipo de pensamientos lleva la visión centrada en la temporalidad.
Cap. 6:1-2 “Hay un mal que he visto en esta vida y que abunda entre los hombres: a algunos Dios les da abundancia, riquezas y honores, y no les falta nada que pudieran desear, pero es a otros a quienes les concede disfrutar de todo ello. ¡Esto es absurdo, y un mal terrible!”
Cap. 6:12 “En realidad, ¿quién sabe qué le conviene al hombre en esta breve y absurda vida suya, por donde pasa como una sombra? ¿Y quién puede decirle lo que sucederá en este mundo después de su muerte?” Aquí “esta vida” se vuelve “breve y absurda”, impredecible y él mismo debe reconocer que pasa por aquí como “una sombra”. ¿Y después qué? Silencio absoluto. Nos encontramos aquí con un punto de partida para nada aconsejable a la hora de realizar una profunda reflexión existencialista.
Luego tenemos el cap. 8:9: “Todo esto vi al dedicarme de lleno a conocer todo lo que se hace en esta vida: hay veces que el hombre domina a otros para su propio mal” Cuando el enfoque se ha perdido, se ha perdido el sentido de trascendencia y de eternidad. Claramente podemos ver aquí que todo su pensamiento estuvo centrado y dedicado de lleno, no a conocer los planes de Dios, ni el propósito de Dios, ni su voluntad, sino lo que sucede “en esta vida”, todo lo circunstancial, lo temporal, lo visible, lo sensorial. Pero hay más...
Recordemos quién era Salomón y la magnitud de la sabiduría que poseía. Desde allí cobran relevancia las palabras de Cap. 8:15-17
“15 Por tanto, celebro la alegría, pues no hay para el hombre nada mejor en esta vida que comer, beber y divertirse, pues solo eso le queda de tanto afanarse en esta vida que Dios le ha dado. 16 Al dedicarme al conocimiento de la sabiduría y a la observación de todo cuanto se hace en la tierra, sin poder conciliar el sueño ni de día ni de noche, 17 pude ver todo lo hecho por Dios. ¡El hombre no puede comprender todo lo que Dios ha hecho en esta vida! Por más que se esfuerce por hallarle sentido, no lo encontrará; aun cuando el sabio diga conocerlo, no lo puede comprender.”
“Comer, beber y divertirse, no hay nada mejor” ¿Qué te sucede Salomón? ¡Te mandaste cualquiera!.
El hombre más sabio de la tierra, del cual se dice que con él nadie podía compararse, ahora debe reconocer su impotencia para comprender la vida. Desde el punto de vista de la temporalidad y la territorialidad es imposible entender realmente cuáles son las cosas valiosas y duraderas y cuáles son las pasajeras e irrelevantes.
Una de las enseñanzas que nos está dejando este libro es que partiendo desde la base de la temporalidad y la territorialidad, jamás le encontraremos sentido a “esta vida”. Este es el gran problema filosófico de los siglos, del existencialismo.
Sigamos con cap. 9:3 “Hay un mal en todo lo que se hace en esta vida: que todos tienen un mismo final. Además, el corazón del hombre rebosa de maldad; la locura está en su corazón toda su vida, y su fin está entre los muertos.” Podemos ver en estas palabras la condición humana medida desde la temporalidad. La evaluación del estado interior del ser humano y aún la escatología, o sea la vida y la muerte, está condicionada por la temporalidad. Evidentemente Salomón no podía ver otra cosa, más que lo evidente.
Avancemos a 9:11 “Me fijé que en esta vida la carrera no la ganan los más veloces, ni ganan la batalla los más valientes; que tampoco los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía, sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos.” ¿Quién no ha predicado de estos textos? y seguramente podemos sacar alguna enseñanza de ellos, sin embargo cuando vamos siguiendo la dinámica de todo el discurso no preguntamos ¿qué película estaba viendo este hombre?
Por último veamos 10:5-7
5 Hay un mal que he visto en esta vida, semejante al error que cometen los gobernantes: 6 al necio se le dan muchos puestos elevados, pero a los capaces se les dan los puestos más bajos. 7 He visto esclavos montar a caballo, y príncipes andar a pie como esclavos.
Todos estos versículos y muchos mas nos dejan ver con total claridad a un hombre cuya visión estaba completamente absorbida por un sentido de temporalidad. Todo aquello en que Salomón dedicó mucho esfuerzo para reflexionar a fin de entender, evaluar, considerar, todo estaba ligado y adherido a la temporalidad. Todo su pensamiento partía de una premisa absolutamente incierta.
Pero, dejemos por un momento a Salomón y miremos la realidad evangélica de hoy. Debemos llegar a la conclusión de que hay demasiado “evangelio” diseñado para “esta vida”. Hay un mensaje que casi de manera excluyente busca que mediante el “evangelio” nos vaya mejor “en esta vida”. El enfoque de estos mensajes no dista demasiado del pensamiento salomónico. Se trata de un “evangelio” centrado en la temporalidad que busca en primera instancias satisfacer las necesidades de “esta vida”. Un “evangelio” diluido, ligado al bienestar personal, antes que al propósito eterno de Dios en Cristo.
Podemos ver frases muy descriptivas de este tipo de mensajes, que no son erróneas en sí mismas, pero el enfoque sí lo es. “Si tienes fe, Dios te va a sanar” “Si tienes fe, Dios te va a prosperar” “Si tienes fe, Dios te va a librar de los peligros” “Si tienes fe Dios te llevará al éxito” “Si tienes fe, Dios cumplirá tus sueños”. No caben dudas de que Dios puede hacer esto y mucho más, si ello está en su perfecta voluntad. El problema es cuando hacemos de esto la esencia del evangelio y lo relegamos a una posición demasiado inestable, demasiado relativa, demasiado condicionada, demasiado incierta como es la temporalidad. Aquí es donde se pervierte el mensaje.