Eclesiastés - Parte 5

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ECLESIASTÉS
Publicado
22-June-2021

Una visión impregnada de temporalidad

Por Alberto S. Calviño.

¡Cuán frustrante es perder la visión generacional! ¡Cuán frustrante es pensar que vale más lo que se ve que lo que no se ve! Estamos frente a una visión impregnada de temporalidad.

6:11 “Aumentan las palabras, aumentan los absurdos. ¿Y qué se gana con eso?" ¿Te puedes dar cuenta del nivel de frustración que destilan estas palabras? “Las palabras” para Salomón eran herramientas esenciales, eran la forma en que él podía expresar la sabiduría con la cual Dios lo había dotado. Pero aún eso lo encuentra vacío. ¿Qué se gana con eso? Esa es la pregunta del egocentrismo. ¿Qué gano yo? En vez de preguntarse que aportan mis palabras para el bien común, o para el prójimo, su pensamiento estaba centrado en una ganancia personal. ¿Cuántas veces hemos pensado que hacer el bien, ayudar, escuchar, aconsejar al prójimo o a nuestros hermanos, no sirve de mucho? “Al final, hago todo por los hermanos y así me pagan? Seguramente hemos dicho o escuchado varias veces esta queja, que no dista mucho del pensamiento salomónico. El fundamento de este pensamiento es que esperamos recompensa por aquello que hacemos y al no recibir lo que esperamos caemos en la frustración.

8:14 “En la tierra suceden cosas absurdas, pues hay hombres justos a quienes les va como si fueran malvados, y hay malvados a quienes les va como si fueran justos. ¡Y yo digo que también esto es absurdo!” Las tres primeras palabras son determinantes para notar la naturaleza de su pensamiento: “En la tierra”. Y desde allí hace foco en todas las desigualdades e injusticias propias del sistema que impera en este mundo.

9:9 “Goza de la vida con la mujer amada cada día de la vida sin sentido que Dios te ha dado en este mundo. ¡Cada uno de tus absurdos días! Esto es lo que te ha tocado de todos tus afanes en este mundo.” Al comenzar a leer este versículo parece que el pensamiento de Salomón se va acomodando y lanza un consejo por demás saludable: “Goza de la vida con la mujer amada cada día” Bien, va queriendo. Sin embargo, en la continuidad de su discurso expresa: “de la vida sin sentido que Dios te ha dado en este mundo” Comenzó bien, pero terminó mal. Una especie de paralelo con lo que fue su vida. Hay dos declaraciones aquí que son tremendas. 1) Para Salomón la vida no tiene sentido 2) Esta vida sin sentido te la ha dado Dios. Mira hasta dónde puede llegar la mente impregnada de temporalidad y absolutamente desenfocada de lo eterno. 

11:8 “Mas si el hombre vive muchos años, y todos ellos los disfruta, debe recordar que los días tenebrosos serán muchos y que lo venidero será un absurdo.” Como si faltaran expresiones frustrantes en la pluma del rey, nos deja esta perlita que no podemos pasar por alto. Reconoce la posibilidad de que el ser humano viva muchos años disfrutando de la vida, pero una vez más se oscurece el entendimiento y sale a luz toda su frustración declarando: “debe recordar que los días tenebrosos serán muchos y que lo venidero será un absurdo”. Wow, que expectativa de futuro. “vida sin sentido” “días tenebrosos” “lo venidero será un absurdo”. He aquí señoras y señores, les presento a la frustración personificada.

Hasta aquí hemos podido ver en términos generales cómo se comporta una visión impregnada de temporalidad y de qué manera esa visión produce frustración y desencanto.

Lo siguiente que notaremos es que la visión impregnada de temporalidad es altamente desconcertante. Para ello vamos a recorrer otros pasajes de este libro que nos conducirán a esta realidad. Pero lo haremos no mediante versículos aislados, sino por medio de párrafos más extensos que nos permitirán entender mejor este pensamiento.

Comencemos por el capítulo 1:1-7

"Estas son las palabras del Maestro, hijo de David, rey en Jerusalén. Lo más absurdo de lo absurdo, —dice el Maestro—, lo más absurdo de lo absurdo, ¡todo es un absurdo! ¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida? Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma. Sale el sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a salir. Dirigiéndose al sur, o girando hacia el norte, sin cesar va girando el viento para de nuevo volver a girar. Todos los ríos van a dar al mar, pero el mar jamás se sacia. A su punto de origen vuelven los ríos, para de allí volver a fluir"

Este es el comienzo del libro, donde uno puede ir vislumbrando hacia donde se dirige su pensamiento y cuál será el tono de este discurso. Y en las primeras palabras el  mismo Salomón se presenta como “maestro”, intentando transmitir una enseñanza. 

Y comienza, pensando en el provecho personal y temporal, sin comprender la realidad de una recompensa eterna. Porque no es que dice esto y luego habla de una expectativa eterna. Lo eterno no figura en este libro. Recuerda que su visión está ligada a “esta vida”. En otras palabras: “¿Qué sentido tiene todo lo que hacemos?” “¿Qué sentido tiene preocuparse por la gente?” “¿Qué sentido tiene agradar a Dios?”

Una vez más debo decir que estas palabras pertenecen al hombre más sabio, pero que perdió su conciencia de eternidad. No olvidemos que los reyes de otras naciones viajaban largas distancias solamente para escuchar la sabiduría de este rey, el predicador.

Luego utilizando realidades de la naturaleza expresa el hastío que le provoca la vida y su círculo vicioso interminable. Todo sucede de la misma manera una y otra vez reiterándose indefinidamente y después ¿qué? La nada misma, en el pensamiento salomónico. 

8 Todas las cosas hastían más de lo que es posible expresar. Ni se sacian los ojos de ver, ni se hartan los oídos de oír. 9 Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol! 

Aquí ya lo reconoce de manera explícita. No encuentra palabras para expresar el nivel de desconcierto que todo a su alrededor le provoca. Y termina este párrafo con una declaración que contradice todo lo que representa el evangelio. “Nada nuevo”, What, ¿nada nuevo? La Nueva Vida, el Nuevo Pacto, el Nuevo Nacimiento, la Nueva Jerusalém, el Nombre Nuevo, la Nueva Humanidad, un Cántico Nuevo, un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva. Nada de esto pudo percibir Salomón, como sí lo hizo su padre David, quien aún viviendo bajo el antiguo pacto pudo ver desde la eternidad muchas de las cosas nuevas que Dios tenía preparadas. David tuvo destellos de eternidad tanto en su visión como en sus expresiones. 

Entonces, si no hay nada nuevo bajo el sol, ¿qué expectativas podemos tener en cuanto a la vida? Ninguna. “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. A este tipo de razonamiento conduce una visión impregnada de temporalidad.

Ahora, tengamos presente que al reflexionar sobre tiempo y eternidad, no se trata de una o la otra. Vivimos relacionados con ambos conceptos, solamente debemos tener en cuenta la cuestión de orden ya que una siempre debe estar por encima de la otra. Debemos determinar cual de estas dos realidades impregna y condiciona  nuestra visión y nuestro pensamiento.

Vivimos en medio de un sistema que nos bombardea permanentemente y nos presiona para llenarnos de temporalidad y esta es una de las grandes luchas que debemos tener siempre presente, manteniendo firme nuestra visión eterna.