Eclesiastés - Parte 1

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ECLESIASTÉS
Publicado
10-June-2021

Una visión impregnada de temporalidad

Por Alberto S. Calviño.

Como sabemos fue Salomón quién escribió este libro. Un rey de Israel que tuvo un comienzo glorioso, pero un final no tan feliz. Este hombre escribió 3 libros de la Biblia y dos salmos. Cuando leemos Proverbios, ya desde el comienzo nos deja un mensaje claro y contundente:

Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Proverbios 1:1-7

Él tiene muy claro que la sabiduría aparece cuando podemos mirar al Eterno. Es este mismo Salomón quien escribe las maravillosas palabras de Salmo 127:1: “Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes” ¡Cuánta sabiduría, cuánta verdad! Aquí podemos ver cumplida la promesa del Señor de concederle “sabiduría”, a causa de su propio deseo. Sin embargo este hombre cae en un estado deplorable por causa de la corrupción de su corazón.

En 1ª Reyes 11:1-6 se registra que el rey Salomón se unió y tuvo romances con muchas mujeres extranjeras, cuando el Señor les había advertido a los israelitas que no se unieran a ellas porque les desviarían el corazón para seguir a otros dioses. Se cuenta que Salomón tuvo setecientas esposas y 300 concubinas. Hay varias expresiones aquí bien descriptivas de declive de este hombre. Refiriéndose a las mujeres paganas nos dice que ellas “pervirtieron su corazón”, luego como consecuencia de ello “siguió a otros dioses”, además “hizo lo que ofende al Señor” y por último vemos que “no permaneció fiel”.

Para comprender las palabras de Eclesiastés debemos tener en cuenta el estado de este rey y comprender cuál fue el detonante que lo llevó allí. Un dato curioso es que las 700 esposas eran princesas. Evidentemente no se trataba de enamoramiento, ni de una atracción física. Había una clara intención que tenía que ver con hacer alianzas con los reyes paganos a fin de mantener la posición de su reino.

El hecho de haber perdido de vista la eternidad y haber permitido que su visión se impregnara de temporalidad, produjo como resultado, entre muchos males, el pensamiento plasmado en este libro.

Es curioso que en 23 oportunidades utiliza la expresión “en esta vida”. Por ejemplo, solo para comenzar, observemos Cap. 1:3 “¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?” Encontramos aquí dos cuestiones interesantes. 1) El objeto de su reflexión es el ser humano. Todo está centrado en el hombre. 2) El tiempo sobre el cual fundamenta su reflexión es “en esta vida”. Todo este tratado filosófico, todo aquello sobre lo cual Salomón va a reflexionar está ligado a la temporalidad.

Luego continúa y leemos en Cap. 2:3

“Quise luego hacer la prueba de entregarme al vino —si bien mi mente estaba bajo el control de la sabiduría—, y de aferrarme a la necedad, hasta ver qué de bueno le encuentra el hombre a lo que hace bajo el cielo durante los contados días de su vida.” En este párrafo agrega otro elemento y establece el lugar: “bajo el cielo”. En otras palabras, en la dimensión de lo terrenal.

Así pues tenemos que en todo el pensamiento que comprende este discurso:

- el objeto es “el hombre”

- el tiempo es “en esta vida

- el lugar es “bajo el cielo”.

Aquí podemos notar que “objeto”, “tiempo” y “lugar” están directamente ligados a la temporalidad. Incluso mostrando la brevedad y la transitoriedad de la vida, expresa “los contados días de su vida”. Desde allí Salomón realiza toda su reflexión y las conclusiones a las que ha arribado.

Si avanzamos en la lectura, vemos en Cap. 2:17-19

“Aborrecí entonces la vida, pues todo cuanto se hace en ella me resultaba repugnante. Realmente, todo es absurdo; ¡es correr tras el viento! Aborrecí también el haberme afanado tanto en esta vida, pues el fruto de tanto afán tendría que dejárselo a mi sucesor, y ¿quién sabe si este sería sabio o necio? Sin embargo, se adueñaría de lo que con tantos afanes y sabiduría logré hacer en esta vida. ¡Y también esto es absurdo!” En dos oportunidades aparece la misma expresión “ en esta vida” y además agrega que ello lo llevó a un punto de hastío al decir “aborrecí entonces la vida”.

Podríamos detenernos en cada palabra para captar lo que estaba sucediendo en el corazón de este rey, pero por cuestión de espacio solo quiero detenerme en otro resultado de esta visión cargada de temporalidad y es que Salomón expresa un sentimiento demoledor en cap. 2:20-21:

“Volví a sentirme descorazonado de haberme afanado tanto en esta vida, pues hay quienes ponen a trabajar su sabiduría y sus conocimientos y experiencia, para luego entregarle todos sus bienes a quien jamás movió un dedo. ¡Y también esto es absurdo, y un mal enorme!”

Además agrega en cap. 3:16: “He visto algo más en esta vida: maldad donde se dictan las sentencias, y maldad donde se imparte la justicia.” No es el diario de ayer, es Salomón, quien continúa en 4:1-4:

“Luego me fijé en tanta opresión que hay “en esta vida”. Vi llorar a los oprimidos, y no había quien los consolara; el poder estaba del lado de sus opresores, y no había quien los consolara. Y consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven, aunque en mejor situación están los que aún no han nacido, los que no han visto aún la maldad que se comete “en esta vida”. Vi además que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias.”

Prestemos atención a cada una de estas declaraciones y sus implicancias ya que por medio de ellas podemos ir trazando un perfil, una línea de pensamiento de un hombre que perdió la visión de la eternidad y permitió que su enfoque esté impregnado de temporalidad.