Leyendo entre líneas
“Leyendo entre líneas” surgió del deseo de plasmar en palabras lo que estamos entendiendo en esta temporada sobre la imagen Perfecta de iglesia de Cristo, que a veces está tergiversada o desenfocada por aquellos que no comprenden o no pueden verla con los ojos de Dios.
Esta iglesia gloriosa a la cual pertenecen los redimidos por el Cordero, es la realidad y la Verdad presente que estamos vivenciando y es fantástico entender la relación que hay con la mujer virtuosa de proverbios 31.
Al releer este pasaje y sin ánimo de minimizar esta enseñanza, oro para que los ojos del entendimiento sean iluminados para ver como el Padre ve a Su Amada y poder descubrir como ya lo vimos en los anteriores “leyendo entre líneas”, el valor incalculable que tiene , la confianza absoluta de la cual es depositaria y la naturaleza de bien de la cual fue revestida.
Hoy quiero hablar del vs 25 que nos dará mayor luz aún de esta visión divina. Este texto dice de esa mujer que: “Ella es fuerte y llena de energía, ella está vestida de fortaleza y dignidad…”
Otra versión dice: “Es mujer de carácter; mantiene su dignidad, y enfrenta confiada el futuro.”
Carácter, dignidad, fortaleza, energía, confianza, características innatas que describen el carácter del Cuerpo de Cristo. Estas provienen de una experiencia en la cruz, donde todo “yo” quedó crucificado para que ahora sea manifestado solo Él, y de un estado perfecto donde con solo con mirar la cruz se encuentra plenitud, certeza y victoria.
Pero cuántas veces, las circunstancias de la vida, las presiones y pruebas por las que se atraviesa, hacen que la mirada de la iglesia se centre en la debilidad, en la flaqueza humana, en lo temporal por sobre lo eterno, mirando lo visible por encima de lo invisible. Necesitamos encontrar otra mirada, la de Dios, la cual es muy diferente.
En su omnisciencia Él sabe todo, cada proceso que atraviesa su Amada de ser perseguida, despreciada, odiada, calumniada, puesta en peligro y en aflicciones, pero aún así, el Buen Dios, que confía en ella, que sabe de su naturaleza buena. La ve Fuerte, llena de energía, capaz, enfrentando toda adversidad con dignidad. No ve una iglesia temerosa, a la defensiva, intimidada ni resignada.
¡No! Dios mira y ve una iglesia a la que las puertas del infierno no la detienen, que las pruebas producen abundante fruto, que todo dolor que atraviesa contribuye al avance del evangelio, y porque sabe su posición e identidad, con dignidad y fe avanza hacia el propósito eterno.
Ella puede resistir cualquier situación adversa porque su fuerza está en lo que ya fue consumado en la cruz, su fortaleza depende del más Fuerte, del que venció y nos hizo mas que vencedores.
Dejemos de vivir un evangelio de temor y desesperanza, comencemos a manifestar la Vida abundante, fluyendo, dando vitalidad, impartiendo a otros la visión Divina sobre su Amada.
¿Cómo te ves iglesia? Que el colirio del Espíritu abra los ojos, porque Su Iglesia es la imagen gloriosa de la vida del Hijo, fuerte, invencible y digna.
Hay tanto para seguir aprendiendo de la mujer de Proverbios 31 cuando podemos verla como la Realidad Pura de la iglesia de Cristo, cuando podemos verla con los ojos del Creador, cuando permitimos que el colirio del Espíritu limpie la visión borrosa que la religiosidad nos impuso sobre ella, para empezar a verla con la perspectiva correcta.
Su iglesia es Gloriosa porque se pagó un alto precio, la sangre del cordero de Dios sin mancha ni pecado, a favor nuestro. Es gloriosa porque tiene propósito eterno, fue concebida desde antes de los tiempos, pensada y diseñada para ser alabanza en la tierra.
Es gloriosa porque expresa el carácter, la naturaleza y la vida de la Cabeza que es Cristo, “por que todo fue creado por medio de Él, por Él y para Él , y todas las cosas por Él existen…” Su iglesia gloriosa es prueba irrefutable de esto.
Hoy voy a tomar los vs 14 y15 del Cap. 31, para ver en ellos una importante analogía que se desprende respecto a cómo nos ve el Padre como suministradores del Pan de Vida.
“Se parece a los barcos mercantes: de muy lejos trae su comida. Se levanta muy temprano, y da de comer a sus hijos.”
Leyendo estos versículos, vemos a esta mujer moviéndose, no está estática esperando que alguien le traiga comida, sino que es alguien activa, buscando desde lejos lo mejor, lo nuevo, lo fresco, lo que dará provecho, nutrición y placer. Ella sabe que de eso depende el bienestar general de su familia. Es diligente porque no sólo busca lo mejor, sino que lo imparte enseguida y también lo hace cuidadosamente. Respecto a esto es importante entender que los términos “de madrugada” o “muy temprano”, no hacen referencia a temporalidad sino que hablan de diligencia, esmero, pericia. Características valiosas que manifiestan el amor al resto.
Hay mucha enseñanza que podemos sacar de este pasaje si lo aplicamos a la luz del Nuevo Pacto. Así como vemos en ella esta actitud frente al sustento temporal y circunstancial, la iglesia gloriosa es vista por el Padre como fuente de provisión de la Vida del Hijo. Es un iglesia que prepara el alimento que dará a los que dependen de ella, que busca en la intimidad oír Su voz para reproducirla, que bucea en los misterios revelados a los hijos en estos tiempos, para impartirlos cuidadosamente, con gracia, con amor, y con responsabilidad.
Como iglesia gloriosa somos esos suministradores aptos para preparar a las futuras generaciones a creer y a vivir el verdadero evangelio, el eterno.
Estamos enteramente preparados para trazar bien la palabra de verdad, sin agregados, sin tradiciones humanas para dar de comer a Cristo y el evangelio de Juan refrenda este concepto con esta memorable expresión de nuestro Señor al declarar, “Yo soy el Pan del Cielo”.
Debemos asumir la gran responsabilidad que tenemos en este tiempo, de dar alimento que no perezca, contundente, sólido, nutritivo, combatiendo así la anemia espiritual que hoy impera, basada en mensajes motivacionales o antropocéntricos, que carecen de la sustancia de Verdad.
Belén significa “Casa de Pan”, la iglesia es ese Belén espiritual, donde hay alimento en abundancia y de calidad. El buen Dios confía en que podemos alimentar a los demás con lo mejor. ¿Qué estamos comiendo y qué estamos dando de comer a otros?
Que las palabras de Jesús retumben en nuestro espíritu hoy y siempre: “El que come de mi carne…no tendrá hambre jamás, Yo soy el Pan de Vida.” La iglesia gloriosa es vista por el Padre, como depositaria del Hijo y como fuente inagotable de recursos para dar de comer del verdadero evangelio eterno.